Todos piensan, qué él diablo, Satanás, lucifer, cómo lo quieras llamar, es malo. Puede que tengan razón.
Pero, pará mí no lo es, para mí, él solamente es un ser incomprendido.
Ésto lo sé porqué...
Una noche, una de esas noches de fiesta, en la cual uno cómete muchas locuras. Llena de licor de drogas y pervensión. Mis amigos y yo decidimos pasar al siguientes nível. Invocar a un demonio, hicimos vários juegos, ninguno funcionó, ninguno fué suficiente. Decepcionados, decidimos buscar algo más, aquél instrumento espectral qué a muchos genera miedo y respetó. La ouija, aquél tablero negro de letras y números plateados. Con la silueta de un cráneo de fondo.
Las velas adornaron la sala, el oráculo del mismo color del tablero en posición. Él miedo sobresaliendo en los rostros de todos, el juego empezó.
Lo intentamos, hicimos todo lo qué vimos. Nada, absolutamente nada pasó.
Casi sin licor, con la decepción de no ver a ningún demonio. Mis amigos se fueron, uno a uno abandonaron la casa.
Me dirigí al baño, toda esa cerveza había hecho su mágico efecto.
Al terminar, pude observar algo. Un hombre, un hombre vestido de negro, era un traje. Camisa blanca corbata, pantalón y gabardina.
Rápidamente talle mis ojos, pensé qué era sólo una ilusión. Más una voz, la voz de aquella figura, me regresó a la realidad. En verdad estaba pasando.
"Me tomé la libertad de servirme un tragó" "espero no te moleste" por poco y me hago encima, mí mente aún no podía digerir aquella escena.
"Es increíble que crean, qué pueden llamarme con esté juguetito"
Señaló él tablero.
"Sí me necesitan, sólo deben llamarme"
Ésa voz, de tono bajó pero a la vez penetrante, una voz que inspira terror cómo a la vez genera tranquilidad. En ese instante sólo pude pensar. Ésa era la razón del porque Dios había creado a tal ángel, era hermoso.
¿Qué deseas?
Mí mente divagaba, estaba pálido. No podía pensar claramente, por más miedo que tuviese, el licor seguía en mis venas.
Mí mente sólo lanzó tres palabrasqué todo hombre quiere. Dinero, fama, mujeres.
Aquél hombre de negro se levantó y dijo "hecho"
Así cómo llegó, sé fué. No sin antes cumplir su palabra, él dinero llegó a través de un billete de lotería qué encontré en la calle. La fama saltó debido a mí golpe de suerte, y las mujeres. Bueno, creo qué no es necesario decirlo.
Los años pasaron, mí mente daba vueltas a lo ocurrido. Jamás me había preguntado ésto, pero ése impulsó llegó tal cuál como ése hombre aquella noche. "No me pidió nada a cambio"
¿Qué pasará ahora? ¿Pedirá mí alma? ¿Me tortura toda la eternidad?
No podría soportarlo, debía hablar con él.
Así como llegó ésa noche, está noche volverá. Y como sí mis palabras fuesen una profecía, en medió de la noche mientras bebía un martini secó. Aquél hombre regresó.
Con él miedo a flor de piel. Mí rostro pálido y mis manos temblorosas pregunté ¿Qué deseás de mí? ¿Qué quieres a cambio por lo que me diste? Mi voz estaba llena de miedo, me resultaba demasiado difícil pronunciar palabra alguna.
Aquél hombre, me miró fijamente, sus ojos eran azules y su forma de verme resultaba intimidante.
Sonrió y dijo.
" Sólo quiero ser tu amigo" "sólo eso"
"No soy malo, más todos piensan qué lo soy. Sólo quiero sentarme al lado de alguien, beber unos tragos y decir. Esté es mí amigo"
Es por esto te digo, es un ser incomprendido, él es mi amigo.
Él demonio.
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