XI
Momentos de paz, momentos para reflejarse a si mismo, momentos en los cuales su mente divagaba en el dolor pero también pensaba en que hacer con su vida hecha desastres. Pero no hay paz que perdure por mucho tiempo.
Pronto Alexander aprendería esa valiosa lección, recuerda bien aquel día del mes de junio hace ya un par de años, el alcanzaba su edad mas joven 25 años de edad, muchas veces en el vació de la noche se pone a pensar a meditar que todo lo que ha vivido frente al amor y pensar que no había empezado a vivir. Eso era algo bastante fuerte y mas si se tiene en cuenta que la vida le a dado unos golpes demasiado fuertes, es un verdadero milagro que no se quitara la vida.
Aquella mujer, se acerca a su mesa, ambos están en una biblioteca publica el corazón de Alexander latía muy fuerte solo había sentido esa sensación cuando deseaba algo de vedad, su cabello negro largo, su rostro redondo con ojos oscuros y sonrisa muy bella era algo perfecto en cierto sentido, pero el sabia que no podía confiar en aquellos sentimientos sus heridas aun seguían latente muy adentro de su corazón y su mente, mas eso no impidió que su sonrisa le hiciera compañía a la de aquella mujer...
Antes de que pudiese decir una sola palabra aquella mujer mira el libro que Alexander leía, tenían algo en común ya que este era un libro de sus favoritos aseguro esta mujer, aquel libro, era un libro de H.P. Lovecraft uno de sus historias mas sorprendentes era la historia de Cthulhu, esta mujer tras decir esto miro a Alexander que aun tenia aquella sonrisa que expresaba un cierto gusto como a la vez cierta desconfianza al no saber quien es, rápidamente la chica con sus mejillas rojas le estrecha la mano presentándose, Adriana era su nombre, Alexander contesta casi de manera inmediata.
Adriana le pide amablemente a Alexander si se podía sentar y hablar un poco ella, estaba sola sus amigos no pudieron asistir, se sentía sola. Alexander con cierta calidez característica de el le dijo que si, la conversación se torno interesante al expresar que adoraba los cuentos de horror, Alexander la miro fijamente, como si estuviera buscando algo ¿pero que? Fácil, el aun sucumbía al dolor que le había producido aquella mujer de su pasado, desconfiaba de todas, sin importar si fuese una amistad o una relación, era como un especie de alerta que tenia en su cerebro haciéndole recordar todo lo malo que había pasado...
Debía recordarlo así no caería de nuevo en las garras de esa maldad, indagaba miraba en el vació de sus ojos, como quien se sumerge en las aguas profundas del mar solo mirando mas y mas profundo llegando a la oscuridad para así poder escuchar mejor sus pensamientos, pensamientos de soledad, heridas del pasado, y un tormento que su alma aun no sanaba, miraba aquellos ojos color café oscuros, pensando en que podria ser peor si seguir hablando o simplemente irse de aquel lugar y no volverla ver....
Sus palabras se perdían en un mar de preguntas y dudas de todo aquello que contuviera la idea de ser alguien conocido o de solo buscar una simple amistad que duraría lo que dura una llovizna en días de verano.
Alexander usaba así su poder, miraba en el fondo de aquella mujer llamada Adriana, mas en ella no pudo ver mas que el mismo dolo que había causado una persona hace mucho tiempo. Cuando por fin pudo reaccionar no fue por que hubiese terminado su indagación como si se tratase de un agente encubierto del la inteligencia Rusa. No, fue por que ella disparo una pregunta que causo dolor inmediato a la cabeza de Alexander ¿Tienes alguna relación? aquellas frías palabras fueron tres punzadas en lo mas profundo de su corazón, mente y espíritu.
No. responde el voz seca y gastada, mira hacia la ventana, sus ojos se llenan de lagrimas pero rápidamente evita que salgan, mostrando así su debilidad y su dolor. Que lastima responde ella, le pregunta el por que, Alexander le cuenta lo que paso en su vida aquellas dos ocasiones..
Ella entendía lo que le pasaba pues sentía lo mismo, la tarde se hizo minutos al contar todo, al ver la hora sabían que era tiempo de despedirse, no sin antes compartir sus números. Aquella seria la ultima vez que este joven compartirá un numero o un sentimiento...
Las semanas pasaron Adriana parecía una mujer buena cociente y decidida, a comparación de Alexander quien por su parte seguía siendo frió y seco. Ella lo entendía, no era fácil dar ese primer paso, pero cada llamada abría mas el corazón de ambos, rápidamente y sin darse cuenta alexander había generado un nuevo sentimiento el cual el esperaba que fuese real. Igual ella lo esperaba o por lo menos decía que así era, no falto mucho para que salieran y dedicaran sus miradas con sonrisas cómplices de un acto picante o de miedo al ser la primera vez.
ambos seres mirando al cielo juraban que jamas había sentido algo así de esa manera, caminaban juntos por los parques, salían a cine, o muchas veces se quedaban en alguna de sus casa mirando la televisión...
Aquellas épocas eran hermosas, su mente era feliz pero seguía recordando su pasado, sus voces siniestras, la voz del vampiro y la voz del demonio repicaban en su mente una y otra vez como voces fantasmales
"Cuidado por que hará lo mismo que ambas" "Cuidado que ella te matara" "Cuidado, por que morirás"
Los meses pasaron, ya había mas confianza entre ambos tal fue as que ella dormía en su cama casi siempre,eran en esos instantes que aquellas voces fantasmales retumbaban en su cabeza, una y otra vez, el la miraba a ella. Se preguntaba si eso era posible "Cuidado" nuevamente las voces, miraba su rostro, pero no parecía que fuera a terminar mal, por el contrario se veía una extraña mezcla entre honestidad y a la vez maldad. Pero estas voces fueron calladas, el no podía creer eso, acaso ¿Era causa de sus poderes? Por mas que miraba en derredor de la basta oscuridad solo podía ver aquellas sombras que fabricaba con su mente, las siluetes de Lizeth y Sophia se marcaban en las paredes de su habitación. ¿Seria posible que una nueva silueta quedara marcada en el otro extremo de aquella reducida habitación?
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